Lluvia HF
Juárez, Chihuahua
Ay no, habitacliente.
La de corajes que pasé la semana pasada, la de tiempo que perdí, si tan solo lo hubiera sabido…
Para ponerte en contexto, un certificado de libertad de gravamen es un documento que hace constar que una casa está libre de gravamen, es decir, que puede venderse. Este debe coincidir con la escritura y si la escritura está mal entonces, esta tiene que coincidir con el número oficial.
Lo último que acabo de decir con tanta naturalidad, lo aprendí como se dice en el argot, a golpes.
Te cuento…
A lo largo de tantos años de trabajar tramitando las compraventas de vivienda usada una piensa que ya tiene todo bajo control. Esto como verás para mi mala fortuna no es así.
El viacrucis comenzó en el momento en que recibo un correo de la notaría diciendo que después de siete días hábiles y sus noches, el certificado trae la dirección errónea.
- ¿Y qué tengo que hacer? – le pregunto.
- Solicitar la corrección. La dirección del documento debe coincidir con el número oficial, si no Infonavit no lo firma – me contesta.
- Un momento – reflexiono.
- ¿No es eso trabajo de la notaría? – refunfuño.
En fin…
Pasada la conmoción inicial tomo acción, agarro mi certificado de libertad de gravamen, respiro profundo, y me voy a registro público.
¡Dios!, hace tanto tiempo que no estoy ahí. Desde que esto de la contingencia empezó, lo confieso, a veces me ataca el síndrome de la cabaña.
Con mi cara de angustia pido hablar con la persona encargada, le pregunto qué es lo que tengo que hacer y aclaro que ya tengo ocho días hábiles esperando.
- No se preocupe, hoy se lo tengo – me dice con una sonrisa.
- Ah, muy bien. ¿Le dejo el número oficial? – digo con un suspiro de alivio.
- ¿Quiere que cambiemos la dirección? – pregunta sorprendida. – Ah no, entonces lo que se requiere es una rectificación. Por el tiempo no se preocupe, aunque dura de dos a tres semanas, yo me encargo de tenerlo listo al día siguiente – me explica.
- Vamos a necesitar el número oficial original, 767 pesos y que venga personalmente la dueña registral a solicitarla – agrega.
Tengo a Dios como testigo que tuve que contenerme para no sacar mi real yo delante de ella.
- ¿Y por qué no me dijo esto la notaría? – pienso irritada.
- Gracias, licenciada, mañana regreso, bonito día – digo en voz baja.
Y ahora, ¿cómo le digo a Ana, la dueña registral, que tiene que pagar 767 pesos y no solo eso, que tiene que venir a solicitarlo ella misma?
Mientras manejo de regreso a casa me repito una y otra vez en silencio esa pregunta. Agarro el teléfono y explico a Ana la situación sin mencionar el pago, ese lo absorberé yo.
Sin mayor drama acordamos vernos al día siguiente. Siguiendo las instrucciones de la licenciada, Ana hace la solicitud de rectificación correspondiente y para ya no seguir haciendo el cuento más largo pasan otros cuatro días para tenerlo corregido.
¡Por fin está listo ese maldito certificado de libertad de gravamen!
Con algunas lecciones aprendidas en los hombros y 767 pesos menos en la bolsa, llamo a los asesores a que agenden la firma de escritura, la cuál sin exagerar, aun con las restricciones por contingencia de la notaría, se lleva a cabo en medio de la felicidad de nuestras dos clientas, quienes no saben ni sabrán, quizá, lo que hubo detrás de ella.
¿No me crees?
Bonito día, habitacliente.
2 respuestas
Si, ese papelito demora mucho y debe coincidir con las escrituras, un fuerte abrazo a la distancia
Gracias, Lilia.